Tómate dos minutos, antes de invitarme a un café
"Te invito a un café para que me des unos ‘consejitos’ de cómo mejorar en mis redes sociales". Un par de veces caí en la trampa, pero no más. Todavía hay quienes piensan que las redes sociales son un espacio menor, una moda, casi un juego. Creen que quienes nos dedicamos a la comunicación digital somos una suerte de nerds, que vivimos frente a una pantalla, o unos raros que no tenemos nada más que hacer que pasar el día en Facebook. Ni una cosa ni otra. Quienes optamos por esta ruta somos apasionados de una metamorfosis que ha hecho al mundo cada vez más pequeño, donde las personas se conectan, comparten y generan contenido. Intentamos documentar este cambio de paradigma, en que los consumidores de información pasamos de un rol pasivo a uno activo para convertirnos en protagonistas del proceso de producción del contenido. La comunicación tradicional pasa del protagonismo a la inteligencia colectiva; de los datos a las historias; de los individuos a la comunidad; de la linealidad a la hipertextualidad; de la unidireccionalidad a la red.
Como disciplina y objeto de estudio, la comunicación digital es relativamente reciente. Por eso, a quienes hemos hecho de ella nuestro eje laboral, nos toca leer mucho, explorar constantemente y aprender y desaprender indefinidamente. Nos movemos en arenas movedizas porque nada es definitivo, todo cambia a una velocidad vertiginosa, no nos queda más que observar, actuar, corregir y seguir. Hacer comunicación digital es un desafío constante a nuestros propios paradigmas. Las zonas de confort son fugaces y la incertidumbre, la regla. En ese contexto, nos arriesgamos a probar, a recomendar, a tomar partido. Ensayo y error. Para esto se necesita formación, vocación y disciplina. He leído tantos libros, artículos y documentos de Twitter como para llenar un estadio. He reconstruido la historia de las redes sociales con decenas de fuentes. He escrito más posts en blogs que todos mis artículos publicados en 15 años de actividad periodística. Cada cosa que digo, se ampara en una fuente confiable y cuenta con una argumentación sólida. Por todo lo dicho, no señores: "Mis 'consejitos' para sus redes sociales no cuestan un café. Gracias por la invitación".
